El barrio Nuevo Plácido Ellauri, lindero al Marconi, vivió una semana sitiado por la delincuencia. Los comercios advirtieron a los distribuidores de bebidas y alimentos que no ingresaran en la zona.
"Hoy no vengas. La cosa está muy brava, se la están dando a los corredores. Mañana te aviso". Alertas como estas partieron la semana pasada desde diversos comercios ubicados en el barrio Nuevo Plácido Ellauri (ver mapa), lindero al barrio Marconi, una de las zonas más pobres de la capital. Los destinatarios de las advertencias fueron distribuidores de alimentos, bebidas y otros productos de diversas empresas que día tras día recorren el barrio para surtir a los negocios.
Comerciantes y repartidores confirmaron a El País que la mayor parte de la semana la zona se vio asolada por una ola de rapiñas, lo que llevó a que buena parte de los corredores resolviera no ingresar y los almacenes y quioscos no pudieran abastecerse de algunos productos. El denominador común es el temor. El País hizo ayer durante el mediodía una recorrida por una decena de comercios de la zona. En todos ellos confirmaron que fue una semana "mucho más agitada de lo normal". Para hablar ponen como condición no ser identificados. "¿Es para la televisión?", preguntan con desconfianza. Cuando se les aclara que es un medio escrito rechazan la foto y piden que no se publique su nombre. Seis corredores dedicados a distribuir productos congelados, lácteos, bebidas, golosinas y chacinados exigen idéntica condición. "Si me identificás me marcan y tengo miedo". Cambian las palabras pero todos repiten el mismo concepto, que no es negociable.
LA MOTITO. Días atrás, repartidores de una importante empresa panificadora fueron rapiñados por menores cuando pararon frente a un almacén ubicado a poco más de cien metros de la comisaría móvil instalada en Leandro Gómez y Timbúes. Dos menores los encañonaron y se llevaron su dinero. Manejaban una moto marca Winner, de color rojo con el tanque de nafta azul.
Dos comerciantes coinciden en señalar que el distribuidor de refrescos y otro de una fábrica de chacinados se quejaron esta semana de haber sido perseguidos por la misma moto, aunque lograron eludirla.
Cuando se los consulta por la comisaría móvil, los comerciantes responden que "está pintada". El País golpeó la puerta de la seccional -funciona en un contenedor acondicionado para tales efectos- ayer a las 11.23 horas pero nadie atendió. "Arrancó con ocho policías por turno, andaban para todos lados, tenían móviles. Después los fueron enviando a otras zonas y hoy no queda casi nadie", comenta un vecino.
Según los comerciantes, algunos de los repartidores de Conaprole ingresan en el barrio con guardia policial, al tiempo que otros distribuidores manifiestan que han reclamado una medida similar a las empresas para las que trabajan.
ALERTADO. D.F., de 44 años, es distribuidor de productos chacinados desde hace 15 años y trabaja en varias "zonas rojas" de Montevideo. Fue uno de los alertados por los comerciantes para que no se arriesgara a pisar el barrio.
"Me advirtieron que no fuera porque estaba bravísimo, yo fui porque necesito trabajar, no me pasó nada pero me dijeron que habían robado a tres colegas", sostuvo. Y ensaya una explicación para el aumento de la inseguridad en la zona. "En enero y febrero estuvo muy tranquilo. Los muchachos se fueron para zonas de la costa y no se veían por la mañana. Pero ahora parece que han vuelto con todo. Se las saben todas, hubo muchos robos durante la semana en que se hizo la reunión del BID porque el patrullaje bajó mucho. Estaban rabiosos", afirmó. Fue asaltado en unas veinte ocasiones. "La penúltima vez que me robaron un policía intervino y la cosa terminó en un tiroteo. La última vez fue en diciembre, los vi venir en una motito y me quedé quietito junto a mi socio. Nos robaron $ 500", contó. Por día se le van $ 50 en los "peajes".
DE MILAGRO. M. S. es una mujer que hace veinte años distribuye productos lácteos y congelados en diversas zonas de Montevideo. "Gente de mucha confianza me llamó para que no fuera a entrar en el Marconi y en el Ellauri porque tres bandas les estaban dando a todo el mundo. Yo no he ido y sé que otros corredores, también grandes, tampoco lo han hecho en estos días", explicó a El País.
Dijo que muchas veces han intentado robarla pero se ha salvado "por poquito". "Hace algunas semanas estaba en un autoservice de la zona y había otros dos distribuidores, por lo que el comerciante, que no nos podía atender a todos, nos pidió que nos fuéramos. Un rato después me enteré que tres ladrones pasaron por ahí caminando y robaron a los dos distribuidores y al comerciante usando revólveres. Me salvé de milagro", exclama.
ESTRATEGIAS. El corredor de iniciales Y.A. tiene quince años en el rubro alimenticio.
"Hace tres lunes, en la zona de la Gruta de Lourdes, hubo seis asaltos a comerciantes y proveedores, en pocas horas y en un radio de ocho cuadras. El lunes pasado, a un muchacho que también hace repartos, lo encañonaron, le gatillaron el revólver dos veces en la cabeza pero la bala no salió. Después probaron contra el auto y le hicieron un agujero", narró.
Repartos son presa fácil, dice la Policía
Los distribuidores y repartidores de productos son presa fácil para los "lateros" (consumidores de pasta base) y de los menores infractores que viven en el barrio Nuevo Plácido Ellauri, dijo a El País un investigador de Hurtos y Rapiñas. También residen allí muchos mayores con antecedentes de rapiñas.
El policía señaló que, diariamente, decenas de repartidores deben ingresar en las estrechas callejuelas de ese barrio y los delincuentes, apostados en esquinas, observan sus movimientos y las frecuencias de las visitas a los comercios. Un día, agregó, deciden asaltarlos. "Los rapiñeros ni siquiera tienen que correr. Están a metros de un pasaje de un cantegril y pueden desaparecer fácilmente", explicó.
Para la Policía, el móvil de las rapiñas y hurtos que ocurren en ese barrio son causados por el elevado consumo de drogas.
Según el investigador policial, hay una "boca" de venta de pasta base por cuadra, lo cual genera ingresos millonarios para los bandas que se disputan esa zona. "En Nuevo Plácido Ellauri ocurren muchas rapiñas a transeúntes, taxis y a repartidores. No es algo organizado. Pero es algo muy difícil de combatir. No podemos poner un policía para cada distribuidor que ingresa en esa zona", dijo.
Un policía comunitario, que conoce muy bien el barrio, afirmó: "Los `lateros` están agarrando mucha fuerza ahí. La Policía ingresa muy poco en esa zona porque la comisaría tiene pocos móviles. Por eso hay tanta tensión en los allanamientos". Agregó que los repartidores "son carne de cañón porque los delincuentes saben que tienen dinero encima".
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